Fuego, agua y polillas de colores by Ángeles Valero

Fuego, agua y polillas de colores by Ángeles Valero

autor:Ángeles Valero [Valero, Ángeles]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2023-11-13T23:00:00+00:00


Capítulo 13

No sabía cómo hacerlo

Había estado más de diez minutos mirando sin ver la puerta de la habitación. La misma por la que Pol se había largado en cuestión de segundos. Trataba de entender qué había podido pasar para que tuviera esa reacción y lo único que tenía sentido en su cabeza era lo de siempre: miedo.

¿Y si era el primer chico que le gustaba? La pereza lo llenó por completo y le hizo tumbarse en la cama. Colgarse de un hetero era horrible, pero ser el primer chico de un bisexual que aún no está seguro de serlo no es mucho mejor. Y eso en la ciudad tiene un pase, pero en un pueblo donde todos se enteran de todo podría ser catastrófico. Él no estaba para relaciones a escondidas, para fingir lo que no eran. Ya había vivido esa situación con Roberto, uno de sus primeros chicos; había escarmentado y no pensaba repetir, por mucho que le doliera.

Puso los ojos en blanco y se frotó la cara. Demasiado temprano para ponerse intenso sin haber tomado el primer café.

Lo primero que hizo al levantarse fue quitar las sábanas y echarlas a lavar. Lo último que necesitaba era obsesionarse con el olor de Pol en ellas. Puso la cafetera al fuego y preparó las tostadas. Ese día necesitaba energía doble, así que tocaba tomate con un poco de jamón. Cuando lo tuvo todo listo lo sacó a la mesa del jardín. Desayunar en ese lugar se había convertido en una parte importante de su rutina mañanera de relax. Oír el río llenándolo todo vaciaba su cabeza de cualquier otro pensamiento. El sonido del pavo real de Gonzalo se escuchó en la quietud de la mañana y no pudo esconder una sonrisa. En esos días había pasado de sentirlo como algo fuera de contexto a extrañarlo si la costumbre le hacía ignorarlo.

Dio el primer sorbo al café tratando de serenarse un poco para iniciar la jornada, pero resultaba imposible. Se levantó a observar las plantas, nunca se le habían dado bien, pero seguía escrupulosamente los consejos de Virtu y la cosa parecía marchar.

El segundo sorbo de café le devolvió imágenes de su paseo nocturno, momentos de complicidad entre él y Pol, como ese abrazo cuando él había prometido ayudarlo en lo del pueblo. Había sido un abrazo sin más, pero le había removido todo.

Definitivamente, lo suyo era para hacérselo mirar, pasaba de una relación oculta a la tóxica con una facilidad pasmosa y ahora se colgaba del dudoso. ¿Podía ser eso mayor cliché?

Cerró los ojos y respiró profundamente. Un pitido de su reloj de pulsera le avisó de que faltaba media hora para la reunión. Terminó el desayuno y se vistió. A pesar de que la cámara solo mostraría su parte de arriba se puso también los pantalones de lino color camel y la camisa blanca con finas líneas del mismo tono. De este modo, salir luego a comprar las cuatro cosas que le faltaban le daría menos pereza. Cuando se



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